Las toallitas húmedas son el enemigo número uno de las cloacas
En este reportaje abordamos un problema, económico y medioambiental, tan importante, y creciente, como, paradójicamente, fácil de solucionar: los atascos en los saneamientos producidos por ciertos productos que tiramos por el váter, especialmente las toallitas húmedas. Quien tenga alguna duda, que se acerque a echar un vistazo cuando en su casa o en su comunidad tengan que llamar a una empresa de desatascos o que busque en Internet imágenes de arquetas, estaciones de bombeo y depuradoras obstruidas, colonizadas, por enormes madejas de (sobre todo) toallitas húmedas.
En los paquetes de ciertas marcas de toallitas húmedas pone que son biodegradables, que se pueden tirar al váter. No deberían ponerlo porque, aunque sea cierto que algunas son biodegradables, la cuestión es el tiempo, cuánto tiempo tardan en deshacerse; y ese tiempo es bastante más tiempo que el que tardan en provocar un atasco. Lo dice el responsable de vertidos del Consorcio de Aguas Bilbao-Bizkaia, Iñigo Gónzález Canal, que es una de las voces destacadas en la lucha contra el enorme problema que están provocando en los saneamientos, particulares y públicos, las toallitas húmedas que arrojamos por el inodoro.
Según explica González Canal, las toallitas húmedas están elaboradas con un material denominado “tejido no tejido”, que se obtiene con la compactación de fibras vegetales mediante diferentes sistemas, sin necesidad de cosido. Esas fibras se separan cuando se tiran al váter, pero una vez en la red, en las tuberías, vuelven a unirse y crean grandes madejas que lo atascan todo.
Hay imágenes en Internet impresionantes. Si alguien que tenga alguna duda sobre este problema ve esas imágenes, seguro que se lo pensará dos veces antes de tirar una toallita húmeda por el inodoro.
Aunque sí el principal, las toallitas (que empezaron su andadura como un producto para los bebés y hoy las usamos para un montón de cosas) no son el único causante de este problema. Retretes abajo caen también pañales, compresas, bastoncillos para los oídos, algodón, discos desmaquillantes… También esos productos ayudan a crear los atascos.
Se dispara el coste en limpieza y mantenimiento de la red pública
No hay datos (porque ninguna entidad pública ni privada recopila esta información tan concreta) sobre el número de operaciones de desatasco que anualmente se realizan en las fincas particulares, ni del coste económico que suponen, pero las empresas del ramo que ha consultado EKA/OCUV aseguran que cada vez trabajan más y que un porcentaje altísimo de sus actuaciones en los saneamientos de edificios residenciales se debe a las toallitas húmedas que se arrojan al WC en cantidades industriales, un problema que en Bilbao empezó a detectarse en 2009.
Pero sí los hay (datos) sobre el sobrecoste que la retirada y reciclaje de las toallitas húmedas supone en las cloacas e instalaciones públicas. Y es que las arquetas particulares son sólo la primera estación en el viaje de las toallitas húmedas por los sistemas de saneamiento.
La segunda estación son la conexión de las arquetas particulares con las redes de alcantarillado público. Las que no se quedan atrapadas en esos dos primeros puntos, llegan a los colectores, a las bombas que ayudan a conducir el agua residual hasta las depuradoras, luego llegan a las estaciones depuradoras y, algunas, cosiguen alcanzar los ríos y el mar. Según Iñigo González Canal, hay sobrecostes de entre ocho y diez veces por el aumento de las limpiezas y operaciones de saneamiento en la red pública debido a (sobre todo) las dichosas toallitas húmedas. La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamientos calcula que el coste de los daños producidos por las toallitas en una depuradora que trate 100 millones de metros cúbicos al año ronda los 200.000 euros, un dinero que sale de las arcas públicas y, por lo tanto, de los impuestos que pagamos los ciudadanos.
Tanto es así que las empresas de saneamiento de aguas de numerosas ciudades y pueblos grandes han tenido que crear equipos específicos de técnicos para salucionar estos atascos en la red pública. Es el caso de Bilbao, Madrid, Sevilla, Valencia, Huelva… Y no sólo en el Estado español, claro. En Europa, la asociación que agrupa a las empresas de abastecimiento y saneamiento de 27 países (EurEau) sostiene que las toallitas generan un gasto de entre 500 y 1.000 millones de euros cada año, “incluyendo la eliminación de estos residuos”, según un informe elaborado hace cinco meses. En Nueva York, según un reportaje reciente en el diario, en los últimos cinco años se han gastado 16,5 millones de euros en reparar los estragos que causan las toallitas.
Un vacío legal en vías de solución
Aunque parezca mentira, no tenemos, ni en el Estado español ni en la Unión Europea, una regulación que especifique claramente que productos pueden arrojarse a los saneamientos. El certificado ISO (siglas de la Organización Internacional de Normalización de productos industriales y de consumo) creó hace un año un grupo de trabajo para abordar este asunto. El propósito es crear un certificado ISO para los productos desechables a través del inodoro, los cuales deberían pasar unas puebas muy exigentes. Estados Unidos y Canadá son los países más adelantados en esta tarea.
Más productos que no deben tirarse al váter
Los expertos en este problema alertan sobre todo respecto a los aceites domésticos, los medicamentos, los cosméticos y las drogas. El aceite doméstico usado es muy contaminante, y los fármacos, los cosméticos y las drogas hacen que aumente la toxicidad de las aguas residuales, lo cual afecta negativamente a las bacterias que se encargan de la depuración biológica, natural, del agua.
Un problema también medioambiental
Las toallitas húmedas (y demás productos que no deberían arrojarse al váter) que consiguen sortear los diversos obstáculos que encuentran en su viaje terminan, sobre todo cuando hay fuertes lluvias, en los ríos y en el mar. Así lo acreditan las redes de los barcos de pesca de bajura de ciertos pueblos de, por ejemplo, la costa mediterránea, sobre todo de Valencia y Alicante.
Faltan campañas informativas y de concienciación ciudadana
Llama la atención que, ante un problema como el que estamos explicando, con un coste económico, social y medioambiental ya tan importante, y creciente, las autoridades, las administraciones, especialmente los municipios y las mancomunidades de las que dependen las redes de saneamiento público, no estén realizando importantes campañas públicas de información y concienciación.
En ciertos municipios, por ejemplo en Valencia, se está valorando prohibir que se arrojen las toallitas a los retretes. ¿Pero cómo controlar el cumplimiento de esa prohibición? ¿Cómo detectar a los culpables? Salvo en las conexiones con la red pública de casas (chalets, caseríos…) con una única vivienda, en todos los demás edificios residenciales es imposible saber qué vecino es el responsable del atasco.
Las citadas administraciones deberían estar realizando campañas de información y concienciación ciudadana, mostrando fotografías, que son harto elocuentes, de los enormes racimos de toallitas públicas que se encuentran en las cloacas, en los colectores, en las estaciones de bombeo, en las depuradoras… y explicando a la ciudadanía el coste económico que supone, sobre todo, su retirada, y también el reciclaje de las mismas.
Hay voces en Europa que pretenden ir más lejos: asociaciones ciudadanas, grupos de técnicos, grupos ecologistas… que están presionando a sus gobiernos y a la Comisión Europea para que se prohiba la venta de toallitas húmedas y demás productos de aseo personal o sanitarios que se presenten o publiciten como biodegradables y “arrojables” por el retrete.