GOZO: APUESTA POR UNA ALIMENTACIÓN SANA Y SOSTENIBLE

Del 3 al 5 de octubre se ha celebrado la segunda edición de las Jornadas Internacionales sobre Alimentación Sana y Sostenible, GOZO II.

Estamos ante un reto multidisciplinar, un momento crucial en el que la sociedad demanda un modelo de alimentación que contemple la sostenibilidad, la cercanía y la salud. Conscientes de ello, e impulsado por Justicia Alimentaria y EHIGE nació este espacio denominado Gozo, pensado para el debate y buenas prácticas que se llevan a cabo en diferentes puntos del planeta.

Con el foco puesto en los comedores escolares, el objetivo del programa se ha basado en visibilizar y demostrar que otro modelo alimentario más saludable, sostenible, justo y educativo es posible.

Los diversos ponentes que han participado han coincidido en la clave de lo imprescindible que resulta el trabajo e implicación de las instituciones, agentes sociales y educativos. EKA/ACUV ha estado presente en ellas, y mediante esta nota venimos a reflejar los datos más significativos que sirvan para la reflexión:

  • Si observamos la contratación pública de producción ecológica en España, tan solo un 5%, porcentualmente estamos muy lejos en comparación con otros países de la UE como Portugal o Italia.
  • El 30% del alumnado acaba con serios problemas de nutrición porque lo que hay en los comedores no les gusta. El 63% toma menos de dos piezas de fruta diaria, y la gran mayoría de ellos tampoco hace nada de actividad física (muchas personas tampoco tienen acceso a esas disciplinas si quiera, ni tampoco a la propia alimentación saludable).
  • La obesidad está relacionada con los recursos de las familias. Tanto la alimentación sana como la accesibilidad a actividades físicas extraescolares depende de los ingresos medios y muchas familias no pueden permitírselo.
  • La publicidad de la industria y las máquinas vending no ayudan (slogans, colores llamativos…). En alguna universitaria destacan como productos más saludables, simplemente unos pequeños paquetes de nueces.
  • Nos empeñamos en exportar todo y no es viable, más si cabe en la actualidad con los precios de los carburantes. Necesitamos un cambio en las políticas alimentarias: mayores impuestos a procesados, prohibiciones en la publicidad, control de sellos y greenwashing, revisión de los criterios de compra pública, etc.
  • La producción ecológica y el producto de proximidad y temporada debe calar en la ciudadanía. Se debe concienciar desde los espacios de compra en grandes superficies hasta los catering de eventos públicos.
  • Deben impulsarse asimismo políticas que reduzcan claramente los gases de efecto invernadero y residuos y establecer chequeos de seguridad más exhaustivos.
  • En América, México y Chile han logrado resultados satisfactorios mediante el etiquetado frontal que advierte el “alto en azúcar, sodio”, etc. En su caso, también se implantaron impuestos superiores para esos ultraprocesados que no pueden considerarse alimento.
  • Desde lo pequeño puede influirse a gran escala. Una alimentación saludable no es más que una vida más feliz.
  • El marco normativo de la UE no cambia el etiquetado de los productos, se incide en que no interesa entrar en los perfiles nutricionales.
  • La cuestión fundamental también es que la fruta y la verdura son mucho más caras que un paquete de galletas (para llevar al recreo, por ejemplo). Las familias más necesitadas no pueden permitírselo o no se plantean hacer el esfuerzo de dedicar el gasto de comida a lo que realmente merece. En este sentido, son las políticas sociales del estado las que deben atacar esas desigualdades.

CONCLUSIONES:

Es importante saber que invertir en salud, no frena la generación de empleo ni los salarios. La regulación del derecho a la información mediante el etiquetado o los sellos y la protección a los menores, entre otros, son solo el inicio de un camino largo por recorrer.

Se requiere de un cambio colectivo, un movimiento asociativo y la contribución de observatorios para articular esa lucha. Y no cabe duda de que tiene que ir de la mano con la responsabilidad y voluntad política por parte del Estado .

La alimentación, sin embargo, no hay que tratarla como un único problema, ya que es transversal. Además de en el plano económico, lo hace en el paisajístico, el cultural, la salud, el medioambiente y en definitiva, en los valores que deben perdurar entre la ciudadanía.

Lo urbano y lo rural deben unirse y sentir que forman parte del cambio para que el progreso sea coherente.

Gestión de los comedores en los centros y situación de las empleadas:

  • Los AMPAS reclaman que los perfiles de trabajadoras vengan formadas para la coordinación de la cocina y los alimentos.
  • Del mismo modo, exigen que se incluya al personal del comedor en el modelo educativo, ya que aprender a comer también corresponde al ámbito.
  • Reivindican mejor gestión del tiempo, una condición no establecida en ninguna norma. Cuidar ratios y espacios: es decir, que no se junten los/as más txikis con los de quinto y sexto de primaria. Por ello, proponen salir minutos antes y que se sienten tranquilos para poder atender sus necesidades y darles el alimento, evitando la concentración masiva de alumnado y el bullicio.
  • Desde la comunidad escolar denuncian: el alumnado es un número, las empleadas más de lo mismo, todo a coste reducido (y una vez más, falta de voluntad política).
  • Necesidad de cultura de pensamiento colectivo. Coger el toro por los cuernos y atender como es debido a las realidades complejas que nos rodean.
  • Fomentar comedores (espacios agradables para nuestros hijos/as), no comederos. Implicación de todas las partes para que surtan efectos los cambios. Las imposiciones no funcionan por positivas que puedan llegar a ser las propuestas.

Deja un comentario