Fast Fashion: impacto y realidad del Consumo Rápido en la industria textil

Fast Fashion: impacto y realidad del Consumo Rápido en la industria textil

En la última década, el fast fashion se ha convertido en un fenómeno global que está transformando la industria de la moda. Este modelo de negocio, centrado en la producción masiva y rápida de prendas a precios muy accesibles, ha llevado las últimas tendencias no solo a gran parte de la sociedad vasca, sino también a un segmento muy amplio de la población mundial.

Sin embargo, y por desgracia, el coste real del llamado fast fashion no se mide solo en euros: sus implicaciones tanto ambientales como sociales son enormes y, cada vez más, están bajo la lupa de las personas consumidoras críticas y consecuentes como tú.

¿Qué es exactamente el Fast Fashion?

El fast fashion o moda rápida es un modelo de negocio basado en la rápida producción de ropa asequible, diseñada para adaptarse a las tendencias de moda en constante cambio. Empresas como Zara, H&M, Primark y Shein lideran este sector, ofreciendo nuevas colecciones cada pocas semanas y alentando a las y los consumidores a comprar constantemente. La rapidez y accesibilidad de estos productos, sin embargo, implica grandes sacrificios en términos de calidad y sostenibilidad.

Para ponerte en contexto, qué menos que aportar ciertos datos que ejemplifiquen cuál es el precio real que estamos pagando por esta nueva manera de consumir moda.

El impacto medioambiental de la Moda Rápida

Emisiones de carbono

La industria textil es responsable de aproximadamente el 10% de las emisiones globales de CO₂, lo que supera incluso a las emisiones del transporte aéreo y marítimo juntos. Cada fase de producción, desde la fabricación de fibras hasta el transporte de las prendas, contribuye a una significativa huella de carbono que exacerba el cambio climático y que golpea nuestro planeta de manera constante.

Consumo y contaminación del agua

Producir una camiseta de algodón requiere cerca de 2.700 litros de agua, el equivalente a lo que una sola persona bebe en 2 años y medio. Además, los procesos de teñido y acabado de las prendas liberan grandes cantidades de productos químicos en los ríos, afectando a la calidad del agua y a la salud de los ecosistemas locales.

Residuos textiles

El modelo de fast fashion fomenta una cultura de usar y tirar que cada vez tenemos más interiorizada en nuestras decisiones de consumo: las y los consumidores compran ropa que no está diseñada para durar, lo que provoca una gran acumulación de residuos textiles. En este sentido, se estima que cada segundo se entierra o quema un camión de basura lleno de textiles, y muchos de estos materiales, especialmente los sintéticos como el poliéster, tardan cientos de años en descomponerse.

Consecuencias sociales y condiciones laborales

Otro gran elefante en la habitación es, precisamente, el lugar en el que se comercializan estas prendas. La moda rápida depende en gran medida de mano de obra en países en vías de desarrollo, donde los salarios son muy bajos y las condiciones laborales pueden ser extremadamente peligrosas tanto a corto como a largo plazo. Hablamos de países como Bangladesh, India y Vietnam. En los talleres de confección de estos países, las jornadas interminables y la falta de protección social son la norma.

De esta forma, estas personas se ven forzadas a cumplir con tiempos de producción casi imposibles, sacrificando su bienestar en favor de nuestros vaqueros a 20€.

Un cambio necesario hacia la moda sostenible

Pero algo está, poco a poco, cambiando. Cada vez más, tanto personas consumidoras como marcas están eligiendo alternativas con menor impacto medioambiental y, sobre todo, más éticas. La llamada moda sostenible está floreciendo en nuestra sociedad: una moda que aboga por el uso de materiales reciclados o de bajo impacto, la producción en condiciones laborales dignas y la reducción de la huella de carbono.

Además, comprar menos y optar por prendas de mayor calidad es una de las claves de este cambio, y la moda de segunda mano o las plataformas de intercambio de ropa están ganando popularidad. En el ámbito local, podemos encontrar cada vez más opciones en nuestro barrio, pueblo o ciudad que permiten comprar ropa de segunda mano y darle una nueva vida a prendas usadas, mientras que plataformas como Vinted o Wallapop han consolidado su presencia en el mercado de moda circular a nivel internacional.

¿Qué podemos hacer desde nuestras decisiones?

1- Opta por prendas de larga duración

Al elegir ropa de mayor calidad y durabilidad, podemos reducir la frecuencia de compra y, a su vez, el impacto ambiental.

2- Apoya la moda circular

Comprar ropa de segunda mano, intercambiar prendas o donar aquellas que ya no utilizamos son opciones responsables que pueden disminuir significativamente los residuos textiles.

3- Infórmate sobre las marcas

Cada vez más marcas publican sus compromisos de sostenibilidad. Apostar por marcas que se alineen con tus valores y que respeten el medio ambiente y los derechos de sus trabajadores es un paso hacia un consumo más consciente.

En definitiva, el fast fashion ha traído consigo un acceso sin precedentes a la moda, pero a costa de graves daños medioambientales y sociales. Por ello, desde EKA creemos que es fundamental que, como personas consumidoras, tomemos decisiones informadas, apoyando con nuestras elecciones de consumo prácticas sostenibles que respeten tanto el planeta como a las personas.

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