Hoy, 8 de marzo, en EKA/ACUV no solo queremos sumarnos a la reivindicación del Día Internacional de la Mujer, sino también señalar cómo el consumo sigue reproduciendo desigualdades de género. Porque sí, en pleno 2025, las mujeres siguen pagando más por productos básicos, siguen estando más expuestas a estrategias de marketing sexistas y siguen enfrentándose a un mercado laboral que limita su independencia económica.
Por todo ello, hoy, queremos hablar del precio de ser mujer.
1. El impuesto rosa: pagar más por el mismo producto
Los datos hablan por sí solos. Según estudios recientes, los productos dirigidos específicamente a mujeres pueden costar hasta un 24% más que los diseñados para hombres, a pesar cumplir funciones parecidas.
Desde cuchillas hasta desodorantes o colonias, el llamado «impuesto rosa» sigue encareciendo el día a día de las mujeres sin ninguna justificación verdaderamente real.
2. Brecha salarial: menos ingresos, menos autonomía
La desigualdad en consumo no solo hay que mirarla desde el prisma del gasto, sino también desde el de los ingresos. Y es que, en Euskadi en pleno 2025, la brecha salarial sigue siendo del 20% y el acceso a posiciones de poder aún es limitado para muchas mujeres.
Esto no solo impacta en su poder adquisitivo, sino que también las expone a mayor vulnerabilidad económica, lo que influye directamente en sus decisiones de consumo.
3. Consumo y carga de cuidados: las mujeres sostienen el sistema
Debemos recordar que, aunque esta tendencia esté cambiando, las mujeres todavía organizan y gestionan mayoritariamente el consumo de los hogares. En este sentido, se estima que el 75% de las decisiones de compra en un hogar están en manos de mujeres, lo que las convierte en el motor del consumo diario.
Sin embargo, esta responsabilidad también se traduce en una carga invisible, ya que son ellas quienes mayoritariamente se encargan del bienestar familiar, del abastecimiento de productos esenciales y de la economía doméstica.
4. Publicidad sexista: estereotipos que siguen vendiendo desigualdad
Desde niñas, las mujeres son bombardeadas con mensajes de belleza normativa, roles de género y consumo asociado a la imagen.
A pesar de los avances, las estrategias de marketing siguen reforzando estereotipos que encasillan a las mujeres en papeles secundarios. Por ello, en 2025, el consumo debería ser una herramienta de empoderamiento más, no de perpetuación de desigualdades.
Hacia un consumo más feminista
La buena noticia es que las cosas están cambiando. Las mujeres son cada vez más activas en la reivindicación de sus derechos como consumidoras y están impulsando modelos de consumo más justos y equitativos.
Desde iniciativas que apuestan por la economía circular, hasta movimientos que exigen mayor transparencia en la publicidad, el cambio está en marcha. Pero todavía queda mucho camino por andar.
Por ello, desde EKA/ACUV, hoy (y siempre) reafirmamos nuestro compromiso con la lucha feminista en el consumo. Creemos que no basta con denunciar las desigualdades, hay que exigir cambios reales. Por este motivo, seguiremos trabajando para garantizar que el mercado sea un espacio justo para todas.
Porque la igualdad también se construye desde el consumo.
Y el consumo del mañana será feminista, o no será.